18 ago 2016

Operación camping




¡¡¿¿Coño que os contais??!!, tengo que anunciaros una cosa, dije que iba a escribir yo la entrada del viaje al camping pero ha habido cambios de ultima hora. A raiz de la colaboración con Josué, otras personas quisieron subirse al carro y he dejado que otra persona escriba esta entrada. Tranquilos que esta vez no teneis que iros a otro blog a leer nada, lo podreis leer aquí y os prometo que estará a la misma altura que mis escritos. En compensación esta vez el dibujo que ilustra la entrada es obra mia, para que veais que aparte de escribir tambien se dibujar (como el puto culo)

Y sin más dilación, os dejo con la entrada de hoy:

Hola a todos, soy Adrián, escritor invitado y personaje habitual del blog, así como ilustrador oficial del mismo. Quizás me recuerden de otras entradas como "Summer Festival" (partes 1 y 2), "Jabuguini 2016" o "Cómo me follé a vuestra madre". Es para mí todo un honor poder narrar parte de nuestras andanzas; gracias Rubén por el privilegio. Advierto que no omitiré detalles y no dudaré en expresar lo vulgar y escabroso. Espero lo disfruten señoritas.

Rondaba finales de julio de este mismo año, cuando en el seno del grupo comenzó a germinar la necesidad de hacer algo en las semanas venideras del mes de agosto, a modo de vacaciones. Steven y Pablo estarían exentos de sus labores en la capital andaluza, Jose Carlos había vuelto de su catalanización, Rionegro y yo estábamos hartándonos de tocarnos los huevos tantos días...era el momento de hacer algo!.

Como ya es por todos bien sabido, nuestra tendencia a la mala organización, la impuntualidad, la falta de compromiso y consenso...nos caracteriza (y aún así molamos. PAM! Te lo comes con pan Bimbo!!). Es precisamente por este hecho que me la jugué y propuse ir a un camping en Extremadura, y para mi sorpresa, parece ser que coló. No duró mucho la suerte, pues aquí los niños querían playa y conspiraron a mis espaldas, por lo que, dos días antes de irnos a tierras extremeñas, va y surge un nuevo plan: camping en Conil.

Como la cosa era irnos ya a donde fuese y como fuese, y el estilo compadre lo llevamos por bandera, aceptamos todos el plan de Conil. Me sorprendió que Steve renunciara al "lujo" del bungalow y Rubén Rionegro accediera a gastarse un buen puñado de euros. El pobre casi que llora cuando la noche antes le dijimos que el precio engordaba porque cada uno tenía que pagar billetes extra por cada tienda. Y me vais a perdonar, pero yo prefería pagar más y dormir solo en ese zulo que llevaba por tienda.

Bueno, paso al martes, que ya comenzaba la odisea. Quedaron a las 10 los de Riotinto, y a las 10 y media pasarían en el coche de Pablo a recogernos a JC y a mí a Campillo. Pablo llegó casi una hora después. Qué sorpresa... Tras meter los bultos de 5 personas como buenamente pudimos, el Jabato-móvil ofrecía transporte a los siguientes ocupantes: Pablo (conductor del jabato a motor), Cristina (se inventó un rollo de que se mareaba para quitarme el puesto de copiloto que no se creía ni ella), Rionegro, Jose Carlos y yo. Steven tuvo la feliz idea de quedarse el día antes en Sevilla sin haberse llevado sus cosas...ya nos encontraríamos con él allí. Las malas lenguas dicen que Rubén Mora le hizo la pinza cascanueces con el brazo a su jefe, pero no hubo manera de que le diese vacaciones, y se tuvo que quedar en casa.

Pues tras ir apretados como mandingo en vagina asiática en ese coche sin aire acondicionado, conseguimos llegar vivos al McDonalds de San Juan de Aznalfarache. Punto de encuentro con Steven. Y sí, habéis acertado queridos lectores, nos pusimos a zampar hamburguesitas de euro a eso de las 12 y poco de la mañana. Alguno que otro fanegas se pidió menú grande para conseguir toallas horteras, y Cristina un Happy Meal con un peluche que Pablo aplastó a puñetazos y del que nunca más se supo. Descubrí que las cheeseburger mojadas en cerveza son un auténtico manjar. Con las panzas llenas, nos dividimos en los dos coches ahora disponibles, y partimos rumbo a Conil.

La distribución pasó a ser la que sigue: en el coche de Steven iban JC, Cristina, y el ya mentado dueño. En el Jabato-móvil (recuerdo que no tiene aire) Pablo, Rubén y yo. En cada adelantamiento nos hacíamos cortes de manga en señal de afecto. No se qué carajo harían o hablarían los del otro coche, pero nosotros nos entretuvimos con el mítico juego de las preguntas, en el que se adivinaron cosas tan descojonantes como "EL colchón de Rafa" o "Los libros pornográficos en una estantería del Suikoden II". Entre el calor sofocante, el tiempo de viaje, el breakbeat machacón y el puto juego, teníamos la cabeza pa perderla. Cuando parecía que toda esperanza estaba perdida, y la idea del suicidio rondaba nuestras mentes (como Benjamin cuando le plagian), llegamos a Conil!!!

Paramos en el Mercadona a abastecernos de comida y priva. Yo ya llevaba el tiro hecho y me pillé tres botellas de vino para mi solo (al final las acabé compartiendo), ya que me entra del carajo y no es necesario ni refresco ni hielo para tomarlo. Resultó ser una super idea que acabó marcando tendencia en el grupo, pasándonos los días a base de vinate. Era graciosísimo ver a todos con la cesta de la compra a reventar y Rubén con solo tres o cuatro productos, con su afamado "Ratatovich Mode" activado. Por lo visto se había traído comida de casa, lo cual no lo hacía menos Ratatovich. Después de comprar llegamos al camping a eso de las 2 o las 3 con todo el bochorno, hicimos los trámites en recepción y comenzamos a instalarnos.

Nada más bajarnos del coche y elegir las parcelas, Cristina hizo alarde de esa chulería que le sale a veces, y decidió que su tienda (dormía junto a JC, los demás cada uno en una) iba a ir en la parcela con sombra porque así lo dictaba su santo coño. Pablo, que a cojones no se le gana, sacó el jabato interior y plantó allí su tienda también, aunque fuera solo para dar una mijina de por culo. Yo pasé de discutir y me monté mi chiringuito chillout en otra parcela, más a gusto que Falete en un buffet libre. Poco me duraría la felicidad, pues Steven, Cristina y JC no se qué coño liaron en recepción, que tuve que cambiarme de parcela, después de tenerlo todo montado. Me cogí un cabreo curioso, pero se me pasó a los 5 minutos porque tenía vino en mano. Y vino es felicidad.

Con mi sombrilla, la silla ochentera de Rubén y la mesita de Pablo montamos allí un rinconcito curioso, donde nos pasamos media tarde poniéndonos hasta el culo de vino. Pablo, Rionegro y yo acabamos pimplándonos tres o cuatro botellas en nada. Los otros tres no recuerdo qué carajo hacían, la verdad que estábamos como divididos en dos grupos de tres. Cuando ya estaba encaminado hacia mi propósito de pasarme los días alcoholizado/fumado, fuimos todos a la piscina, algunos en un estado de ebriedad más que considerable (tanto que acabé enseñándole a Rubén el huevo derecho un par de veces). El agua de la piscina tenía más mierda que el vertedero de Nerva, pero nos dio igual, incluso recuerdo morder el cadáver de una libélula que estaba por allí flotando. Cristina recibió infinitas ahogadillas, que aunque se quejase, en el fondo se sentía la reina de los mares con cinco hombres en bañador para ella sola. Su abuela se habría escandalizado de haberla visto. Jose Carlos y Steven la liaron desafiando al socorrista saltando al agua desde donde no debían. JC eligió un sitio privilegiado para las toallas, justo enfrente de unas chavalitas que hacían topless. Sí! En la piscina! En Conil se ve que lo raro es ver una teta tapada. Lamenté no llevar las lentillas puestas. Seamos honestos, una teta siempre gusta.

Como Cristina no consintió enseñarnos sus pezoncillos siguiendo la moda de Conil, pensamos que irnos de la piscina a la ducha era un buen plan. En pleno momento aseo Jose Carlos le quiso gastar una broma a Rubén, haciendo el amago de quitarle la ropa de la ducha, fingiendo ser un desconocido, pero por lo visto Rubén estaba tan ensimismado lavándose los bajos que la cosa perdió interés (basado en declaraciones de JC). Mientras se duchaban unos y otros seguimos bebiendo vino como si fuese agua y comiendo las bazofias precocinadas del Mercadona, cabiendo destacar los huevos duros, que fueron una constante.

Cuando ya estábamos todos alimentados y duchados, y Jose Carlos terminó de peinarse, salimos por ahí a ver qué nos encontrábamos. Una vez más nos dividimos en los ya habituales grupos de tres, con sus integrantes de siempre. El grupo de las princesas, formado por Steve, Cristina y JC, no querían bajar a la playa de noche, no fuesen a impregnarse levemente de arena (en la playa, qué drama oye!); por lo que decidieron explorar a ver si encontraban algún chiringuito o pub abierto. Fueron siguiendo a un par de tías del camping que iban con un chaval, a ver si estos les conducían a la fiesta. La chavala rubia por lo visto estaba buena (doy fe que algo buena si que estaba) y estos se pasaron un rato mirándole el culo mientras hacían uso de la expresión "that ass". Tanto debieron calentarle la cabeza a Cristina con la frasecita, que ella acabó usándola lo que restaba de viaje. Según contaron a la mañana siguiente, la búsqueda de fiesta resultó infructuosa.

Los otros tres restantes optamos por el plan bohemio de la playa nocturna, además había pillado unos porritos expresamente para la ocasión, por lo que la sensación de misticismo sería mayor. Se estaba increíble en la playa y los tres nos pusimos en modo reflexivo, cada uno allí callado a su bola, disfrutando del momento. Pablo en un momento dado desapareció misteriosamente y no volveríamos a verlo hasta mucho mas tarde, ya de vuelta al camping. Yo estaba en trance total allí bailando y mirando las estrellas con el fumeteo. En esas que me da la neura, me despeloto, me baño y me pongo a correr por ahí desnudo. La cosa imagino que sería un espectáculo vista desde fuera porque Rubén flipaba. Cuando se me pasó la euforia, Rubén y yo estuvimos un rato más en plan "uno con el cosmos", hasta que nos dio frío, volvimos con los demás y a dormir!.

Dormimos todos de puta pena, muriéndonos de frío por el viento que azotaba las tiendas y quebrándonos las espaldas con ese suelo tan poco mullido. JC y Cristina compartieron calor humano, por lo que lo sobrellevaron algo mejor (ambos afirman que no hubo tocamientos ni nada en el interior de esa tienda, lo digo para que nadie se encele). Nos despertaron a eso de las 8 y poco o 9, una muchachada que difícilmente rondaría la mayoría de edad. Los putos chavales no dejaban de dar vueltas alrededor de las tiendas buscando una toma de corriente. Dormir algo más se convirtió en misión imposible, por lo que me levanté para encontrarme a Rubén, que ya estaba allí solo despierto con su cigarrito mañanero. Fue gracioso como JC, a sabiendas que estaba toda la chavalada fuera, salió de la tienda en calzoncillos con cara de malote. Sabemos que lo hiciste para lucir pectorales, confiesa bribón!.

Una vez en planta y medianamente aseados, Steven, que mucho estaba tardando, propuso ir a desayunar al bar del camping y soltar unos cuantos duros. Allá que fuimos los 6 a zamparnos unas tostadas que estaban más secas que el coño de una monja, pero que sentaron bastante bien. Surgió esa mañana (por inspiración de Stranger Things 1x01) otra frase mítica que repetiríamos y alteraríamos hasta reventarla: "Las mañanas son para el café y la contemplación. Café y contemplación!". Tras reponer fuerzas, volvimos a ir al Mercadona a por más provisiones, ya que el suministro de vinos escaseaba, y eso es algo que no podíamos tolerar. Al volver un poco de piscineo para entretenernos hasta la hora del almuerzo. Esta vez las mozas en topless fueron sustituidas por el típico gitanerío de playa. Lo único bueno fue el "that ass" de una chavalita pero que seguramente nos llevarían presos solo por dirigirle la palabra.

Steven que ya había entrado en la dinámica de señorito burgués acomodado, fue a almorzar al bar, y alguno que otro se le unió. Rubén y yo nos quedamos zampando burritos y hummus mientras debatiamos alegremente sobre Pokémon (Pablo y Rubén me dieron lo más grande diciéndome que yo soy tipo siniestro). El resto llegó al poco rato y nos pusimos a beber vino como si no hubiese mañana. Empezábamos a tajarnos más de la cuenta. Recuerdo que incluso nos empezamos a lanzar cáscaras de huevo duro y Pablo me depiló la pierna con la pegatina de la botella de vino. Intenté hacer lo propio con la pelambre de Rubén, pero nu hubo manera, ese vello es puro alambre de espino calité. Nos pusimos todos a jugar a las cartas con el cachondeito en lo alto, y en una de esas las bromas cayeron en Rubén. El susodicho se rayó, abandonó el juego, y se largó.

Nos sentimos bastante mal por haberle ofendido, y comenzamos a preocuparnos al ver que no regresaba pasados unos minutos. Usamos sus fotos del Facebook para preguntarle a los campistas si le habían visto marcharse hasta que un testigo afirmó haberlo visto dirección a la playa. Cuando finalmente lo encontramos le dimos nuestro afecto y nos disculpamos, aunque el seguía ahí rayado en su mundo interior. Estaba tan emparanoiado que se pasó 30 minutos él solo dentro del agua, estático. Esto le causó alguna que otra quemadura solar.

El momento playa fue exquisito, JC, Pablo y yo disfrutamos como chiquillos chicos viendo tanta teta y tanta macizorra pasar. Se que en base a mi relato parecemos unos salidos, pero, amigos míos, vimos cosas que vosotros no creeríais. Fuimos a andar, y miraras en la dirección que miraras veías un par de domingas al aire, era imposible cazarlas todas con la vista. Como el Pokemon Go, pero de pechos. Tanta testosterona a flor de piel desembocó en una competición de flexiones. Steven y Jose Carlos tenían que hacer las máximas posibles en un minuto, y tras eso Pablo debía superar la suma de ambos, también en un minuto. Como juez del evento, confieso que más de uno hizo un poco de culebreo, pero bueno, se les perdona por el esfuerzo. No tengo claro quien ganó porque perdí la cuenta.


(Nota del traductor: steven se hizo un corte en la pierna con las rocas y se puso a manchar de sangre a todo el mundo)

Aunque la tarde de playa del miércoles falté a mi propósito de ir tajado, nos lo pasamos como enanos (esto cobra especial sentido con mi persona jajaja). Echamos un ratito en un chiringuito, sacándonos fotos postureosas. Steven se compró un dulce en un puesto ambulante.. Lo más interesante fue la caza de cangrejos por parte de JC, Steven y yo. Había unas rocas que con la marea baja se infestaron de cangrejeo y aprovechamos para perturbar un poco a la fauna. Cacé unos cuantos, pero nos quedamos solo con dos, un de ellos muy pequeñito llamado Krabby. A Steven le daba miedo cogerlos, pero cuando lo probó y se acostumbró al tacto estaba poco feliz. Pensamos en ponerle un cangrejo a Cristina en la cabeza, pero es pronto para que la pobre muera de un infarto. Una señora de unos 40 tacos en topless se nos acercó a Jose Carlos y a mi a preguntarnos por los cangrejos; a pesar de la edad las tenía firmes y fue muy violento porque no podíamos mirarla a los ojos (ya no hablo más de cosas pervertidas, lo prometo). Los crustáceos nos dieron pena y acabamos devolviéndolos a su roca de origen.

Al volver de la intensa jornada playera, me encontré con Rubén solo en el campamento, que seguía en modo autista. Me sentía super mal, por lo que me metí junto a él en la tienda y estuve abriéndole mi corazón y animándole. Muy moñas todo. Creo que surtió efecto, pues a partir de ahí volvió a ser el tío molón de siempre. Para celebrarlo decidí compartir uno de los dos porritos que me quedaban con mis amigüitos. Entre vinos y caladas me dio por ponerme un vestido de Cristina encima de mi ropa, y eso fue un auténtico despolle. No adjunto fotos para preservar la poca dignidad que me pudiera quedar. En realidad me sentía super cómodo dando allí el cante con el vestido, era la puta reina de las hadas; por lo que decidí darme una vuelta por el camping de esa guisa, con la botella de vino bajo el brazo. El propósito era causar controversia, y vaya que si lo conseguí. La gente se quedaba en shock o bromeaba conmigo, y fue un momento muy épico.

Tras todo el mamoneo, las duchas pertinentes y demás, se supone que íbamos a salir al centro de Conil en taxi, en busca de pubs, chuleo y civilización. Nos entró el aplatanamiento de la droja y al final ninguno quería salir por el cansancio, salvo Cristina y Steven. Estos dos finalmente convencieron a Rubén, y este a su vez animó a Jose Carlos. Quedábamos Pablo y yo, pero el segundo más fuerte de la reunión me traicionó, diciendo que iba a acostarse! A las 11 de la noche!! Viendo que me iba a quedar solo, decidí apuntarme a la salida, pero las cuentas no salían con las plazas del taxi. Pasaba de pagar un taxi para mi solo, cuando realmente prefería noche en la playa, así que me quedé en tierra. Me encendí el porrillo que me quedaba, cogí el culín de vino, y me piré a la playa a mi bola. Por el camino me encontré a estos esperando al taxi. Yo iba bailando en trance. Steven afirma que parecía una mezcla entre "locaza+psicópata+borracho", lo que no sabe es que mi modo divo estaba over 9000.

Esta gente no se qué harían en Conil. Por lo visto fueron a pubs y tal, sin ninguna anécdota relevante y les cerraron una discoteca a ritmo de "Como Camarón". Por mi parte, cuando llegué a la playa, me encontré con la muchachada que nos había despertado esa mañana, que me llamaron y se pusieron a charlar conmigo. Eran 4 zagalas y 3 chavales. A cada cosa que yo decía escuchaban atentos e impresionados. Para ellos yo era el chico mayor, el ídolo. Además que con el morao estaba on fire. Una de las muchachas me hizo una migaja de tilín y estaba receptiva. El resto ya os lo imagináis. El grupo se fue diluyendo y nos quedamos en la playa la chavala y yo, y otro tío que se ve que no entendía que sobraba. En esas me llama Pablo al móvil preocupadísimo porque eran las 4 o así y no había vuelto. Lo gracioso es que al rato, la muchacha se asusta muchísimo porque decía que venía un tío en la oscuridad. Ese tío era Rubén que venía buscándome (es decir, mi historia tiene un testigo). Por lo visto el grupo ya me daba por muerto o desaparecido. Una vez supieron que no tendrían que decirle a mi madre que su hijo favorito había muerto, se fueron a dormir. Yo estuve un rato más de playeo y me acosté a eso de las 7.

El Jueves despertamos bajo la filosofía del café y la contemplación.( Nota del traductor: esa mañana apareció un condón en nuestra parcela, nadie sabe nada o niegan los hechos) Recogimos las tiendas, pagamos y nos fuimos (los que hayáis llegado hasta aquí os preguntaréis por qué no sinteticé así el resto del escrito) porque si estabas hasta pasadas las 12 de la mañana, tenías que volver a pagar un día extra. Pasamos a recoger a Anabel por Chiclana, para que se viniese con nosotros a Riotinto por motivo de San Roque. Paramos en el Burger King a reponer fuerzas y más tarde en el mismo McDonalds del principio de la narración. El viaje fue una auténtica tortura sin aire acondicionado en el Jabato-móvil, y por poco no tenemos un par de accidentes. Al llegar al pueblo no teníamos fuerzas ningunas para el jueves de San Roque.

Sin duda fue un viaje fugaz pero intenso. Estuve en la mejor compañía posible, y me gustaría repetir una experiencia similar más pronto que tarde. Espero que no se os haya hecho pesada la entrada, o que al menos haya sido más entretenida que la de Josué jajaja Gracias Rubén por dejarme entrar en tu rinconcito. Un abrazo cabronazos.


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